BIENVENIDA SEA LA ERA MORFOLÓGICA



Dadle al César lo que es del César
y al amor lo que es del amor.

Un cuerpo es héroe sólo por ser cuerpo.
Por asimilación. Del agua sale un cuerpo
y tiembla sin querer
porque el hombre que canta pone un cero a las cosas,
es un líder del agua. Sus músculos,
sus ojos logran un raro equilibrio
lejano a la planicie y la caída.
No pacer con el tiempo
ese ángulo donde la oscuridad y el frío se reúnen.
Saber que en el verbo
de la arena los tigres no descansan.
Cuando participamos del dolor
buscar sus largos filos. Para hallar el origen,
para encontrar el fin
de la noche sólo hace falta buscar ocho horas.
Noche que cambiará su forma
para seguir presente
en las otras versiones de los pasos.
Sólo tener ocho horas
para saber que un libro abierto es un pájaro
para cruzar un puente de ocho años
para lograr que la luz ría.
El hombre que escala piensa:
a ocho mil pies de altura la muerte está presente
pero ¿qué está presente a ocho mil sueños?
En cualquier parte podríamos
estar volviendo a esa parte.

En silencio los ríos
bajan hasta el cuerpo. Conspiran
sus aplausos. Formulan
sus leyes. Y vuelven a nacer
lejanos, ya lejanos.
Ahí tenéis el amor: no hagáis de él sólo una rosa.

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