¡CUÁNTO VIEJO Y YO QUÉ PUTA!


Nútrete de mis espaldas, Europa.

El aire roedor se hace bueno
si te sueltas las venas impares
tras pegar una fotografía de Cecilia en las suelas
y pisarla a cada paso.

Cecilia se mató en una carretera de mi pueblo.

Ah, siempre me atrajeron
las “extrañas” muertes de las rectas
porque inauguran catedrales con olor a sur, en el país de las ranas,
donde existen semáforos a punto de masturbarse
y dos niños fuera de época
que mendigan caídas de frente
en un verano sin música.

El corazón de dios (la minúscula es mía) es un buen lugar para darse al olvido.

Si ya ansío pillar a madre llorando,
que, al final,
mueran las parejas.
Chica borrosa que se agiganta
en cualquiera que viaje:
no me lo pidas a mí,
que no acabo nunca.
Porque llueve poco
tardo mucho en darme cuenta
y es que sorprendentemente hay automóviles que siguen
teniéndole miedo a volar.

Sí. ¡Cuánto joven y yo qué monja!
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Víctor Manuel Pérez Mateos + Óscar Borona.